miércoles, 19 de agosto de 2009

EMOCIONES Y SENTIMIENTOS

El sufrimiento, además de concretarse en enfermedad y desequilibro, se ventila a través de dos modalidades emocionales de expresión que pueden combinarse entre sí.

El sufrimiento es una moneda con dos caras predilectas de manifestación: la ira y la tristeza.

- La ira, la rabia, la violencia,
es la forma externa de expresión de mucho sufrimiento acumulado, justificado o no, conocido o desconocido.
En la violencia se concentra la manifestación extrema del dolor que no se pudo aceptar, que tampoco se pudo entender y que la persona nunca pudo liberar en el pasado.
Aunque parezca imposible, la violencia es acumulativa.

- La tristeza es una violencia que se interiorizó, que se disfrazó, que nunca consiguió expresarse y que el individuo desvió hacía sí mismo.
La persona aprende a disimular la ira porque la ira no está aceptada socialmente y suele encontrar en la pena, la melancolía, la tristeza un modo aparentemente más adaptativo de desviar la violencia.

La depresión es muchas veces una purga emocional de la ira no reconocida o no aceptada.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


El sufrimiento nace por la vivencia del desamor, por la traumática experiencia de no haber sido amados en el pasado, sino rechazados afectivamente, rechazados socialmente, y por todos los efectos colaterales que todavía emergen en la vida presente porque no podemos vivir sin amor.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


La conciencia se cura a sí misma cuando comprende, cuando entiende y le puede dar un significado a sus vivencias. Por eso nadie cura a nadie, ni existen remedios milagrosos. La curación tampoco depende directamente de la farmacología.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Todos tenemos experiencia de haber perdido la cabeza, los papeles, la capacidad de reacción adecuada, a causa de una turbulencia emocional. Sin embargo, las veces que conseguimos sostener la avalancha o superar esa circunstancia crítica, fue gracias a que fuimos capaces de mantener un espacio para separar los hechos, hicimos hueco para pensar y sentir a la vez.

Cada vez que le ganamos un pequeño espacio de dominio a la actuación instintiva y mantenemos la calma para responder con entereza, con verdad, vemos que renovamos la autoestima, e independientemente de los resultados, quedamos con la sensación de haber hecho lo que pudimos sin arrepintimiento, duda o culpa por nuestras acciones.

Cuando conseguimos fundir la razón y el sentimiento, las emociones ganan calidad y profundidad.

Vamos a ver a continuación una secuencia que ejemplifica una actuación en la vida cotidiana a partir de esta nueva conciencia de la razón y el corazón funcionando al unísono.

1. Ante esa situación particular, lo primero que sentimos es el torrente energético emocional creciendo por dentro. Vamos a intentar definir el tipo de emoción - rabia, bronca, miedo, euforia, pena, asco- y de qué manera activa el organismo: sudoración, palpitaciones, náuseas, bloqueos. De antemano sabemos que si cedemos ahora a la crecida energética, perderemos una vez más las posibilidades de dominio a la situación.

2. Ahora es el momento de sostener el envite a partir de la razón, rápidamente conviene evaluar qué se está jugando en esta situación concreta y ver si se trata de otra provocación más, la manipulación de siempre o se está activando nuestro punto débil, por ejemplo. Tenemos que actuar para no caer en la vieja trampa, sabiendo que cuando nos damos la oportunidad de reaccionar de modo distinto ante la amenaza de siempre, vamos a generar desconcierto en el oponente porque, al fin y al cabo, el otro espera que hagamos lo de costumbre; esto abre una mínima tregua en la crisis que puede traer un desenlace favorable e inesperado. Por eso, es conveniente conocer de antemano nuestra reacción ante esas situaciones reiteradas y tener elaborada otra alternativa que tenemos que poner en marcha ¡ahora!

La circularidad de la vida se las arregla para traernos de vuelta las mismas cosas y no es precisamente para fastidiarnos, sino para que las podamos resolver.

3. Cuando aprendemos a detectar el lenguaje de las señales emocionales y lo interpretamos correctamente, empezamos a sentir cómo la misma energía que antes conducía al desastre ahora da mucho poder; ¡por fin! se puede observar la misma situación sin miedo, sostener cualquier mirada sin bronca, sin debilidad, porque no hay nada que perder y todo que ganar y porque tampoco se trata de convencer a nadie, sino de encontrar la clave. Y la clave está en dar con el punto de máximo entendimiento. La clave es dar con el punto de encuentro.

4. No debemos perder de vista en ningún momento qué se está jugando en la interacción para actuar en consecuencia: negociar, ceder si fuera el caso, disculparse, o afirmar la autoridad. Necesitamos mucha agilidad mental y flexibilidad para mover la varita de los límites desde el máximo respeto hacia uno mismo y hacia el otro, dejando claro al implicado que le dejamos avanzar hasta este punto y ni un centímetro más, porque éste es el punto de encuentro más respetuoso hoy entre ambos.

5. Es fundamental mantener el tono y la intensidad energética correcta, modular la situación a ser posible con buen humor, señal de salud mental y de equilibro, y, siempre con educación, lejos de salidas de tono y faltas de respeto.

6. Durante este malabarismo energético no conviene perder, ni por un segundo, la conciencia de sí mismo, con la atención permanentemente alerta en todos los matices verbales y no verbales de la interacción, para no perder el hilo de este acto creativo.


Cuando somos capaces de sostener una situación así, podemos estar seguros de que los resultados serán buenos, habrá ganancia evolutiva, que no siempre es la ganancia como se entiende en los casos donde predomina el extremismo y la radicalidad. Es la ganancia que se expresa en los matices, en el trabajo bien hecho, modulado, sin excesos, que deja buen sabor en el alma.

Una situación difícil donde ha prevalecido el respeto, donde nada se ha desbordado, se han intentado aclarar las cosas buscando el punto de equilibro, nadie ha pasado por encima de nadie, han primado los límites razonables y posibles, es un acto de amor.

No hay comentarios: