sábado, 10 de enero de 2009

12 puntos de Filosofía Zen

1. Una cosa cada vez. Es parte de la vida de un monje Zen, una tarea, nada de multitareas. Un proverbio Zen dice “cuando camines, camina. Cuando comas, come”

2. Hazlo pausadamente y con propósito. Aunque hagas una cosa cada vez, pueden realizarse aleatoriamente y con precipitación. Por el contrario tus acciones deberán ser razonadas y realizadas con pausa, así ganarás en concentración.

3. Hazlo de forma plena. Centra tu mente en la tarea y complétala antes de pasar a la siguiente. Si algo queda inacabado, aparta la tarea completamente no dejando ningún resquicio. Si preparas un bocadillo, no lo comas hasta que hayas recojas y limpiado todo lo que utilizaste para prepararlo.

4. Haz menos. Un monje Zen no tiene una vida perezosa. Se levanta pronto y trabajada durante todo el día, pero no genera una lista de tareas sin acabar. Realice las tareas que realice serán esas y ninguna más. Menos tareas significa poner tu atención en ellas y las realizarás plenamente, Muchas tareas programadas hará que saltemos de una a otra rápidamente sin pensar y sin concentrarnos en ellas.

5. Espacia las tareas. Disponer de tiempo entre tareas te ayudará a concentrarte en ellas y te facilitará completarlas. Una programación relajada ayudará a finalizar tareas que se alarguen disponiendo del tiempo que necesario para finalizarlas.

6. Desarrolla rituales. Los monjes Zen tienes sus propios rituales para las tareas que realizan, desde comer a limpiar o meditar. Eso les ayuda a darles la máxima atención y a que sean realizadas, con pausa, correctamente. No tienes que seguir ningún ritual, crea tus propios para cada tarea que realices, preparar comida, limpiar, despertarse o acostarse o hasta como preparase para el ejercicio.

7. Asigna tiempo para ciertas tareas. Hay tareas diarias que requieren un horario específico. Determina el tiempo para el aseo, para trabajar, para limpiar o para comer. Esto asegura que las tareas sean realizadas regularmente. Si para ti una tarea tiene la importancia suficiente para realizarse con regularidad, asígnale el tiempo necesario.

8. Dedica tiempo a sentarte. Una parte fundamental de la vida del monje Zen es la meditación sentado (zazen). Esto requiere designar un tiempo simplemente para sentarse. La meditación es práctica ayuda a encontrase pero no hay por qué realizarla cuando estés sentado. Hacer ejercicio puede ser una buena práctica para centrarse en uno mismo, cualquier actividad te pude ayudar a encontrarte.

9. Sonríe y ayuda a los demás. Los monjes Zen dedican parte de su día al servicio a los demás. Esto enseña humildad y aleja el egoísmo de sus vidas que se orientan al servicio. Dentro de la familia o fuera puedes dedicar ese tiempo a los demás. De igual forma sonreír y ser amable con todo el mundo ayuda a mejorar la vida de los que te rodean. Considera unirte al trabajo voluntario de caridad.

10. Haz que limpiar o cocinar sean parte de la meditación. Además de la meditación zazen, limpiar y cocinar son partes importantes del día de un monje Zen. Pueden resultar ensalzantes al realizarlas cada día como practica del auto-conocimiento. Si para ti son aburridas, intenta hacerlas parte de la meditación, concéntrate en ellas, hazlas pausada y plenamente, tu día cambiara plenamente (y tu casa estará más limpia).

11. Piensa qué es necesario. Hay muy poco en la vida de un monje Zen que no sea necesario. En su armario no hay prendas eclusivas, ni muchos zapatos, nada de instrumentos tecnológicos, coches o comida basura (su dieta es vegetariana). No es necesario vivir como un monje Zen pero nos tiene que servir para recordar que hay muchas cosas en la vida que no son necesarias, y es interesante pensar que necesitamos realmente en nuestra vida y que cosas son necesarias.

12. Vive de forma sencilla. Es el corolario de la regla 11, si no es necesario, puedes vivir sin ello. Libérate de aquello que no sea necesario o esencial. Para cada uno, esto será diferente, familia, lectura, ejercicio o lo amigos pueden ser algo esencial en tu vida. Decide que es lo más importante para ti y hazle hueco en tu vida eliminando lo que no sea esencial.

LOS CONSEJOS DEL ZEN

- Que nada afecte tu respiración. Es importante que aprendas a respirar lenta y pausadamente, en cualquier circunstancia. Hazlo inhalando por la nariz, expandiendo el abdomen, reteniendo un poco el aire y exhalándolo otra vez por la nariz. Esta función básica es la que te mantiene viva. Cuando ésta se altera, todo tu equilibrio se rompe. Respirar así calma tu mente, tu cuerpo y tu espíritu.

- Avanza y vive cada instante. No dejes que pase un solo día de tu vida sin que hagas algo divertido, creativo y útil. Escribe un poco, pinta, baila, canta... haz lo que quieras, pero mantén activa tu creatividad.

- Pon tu esencia en lo que emprendas.

Enfócate en lo que realices: de esta forma adquirirás la pasión de vivirlo con intensidad, cada vez. ¿Cuántas veces has comido de prisa, sin disfrutar cada bocado? ¿O llegas a la oficina y te envuelves tanto en tus labores que no te percatas de la presencia de tus compañeros? Poner la esencia en todos tus movimientos es una sencilla acción que despertará tu poder de concentración. Antiguamente, cuando entrenaban a los arqueros chinos, les decían: "Tú eres el arco y la flecha". Así, tú misma eres un proyecto que se forja día con día.

- Percibe tu contexto. Recibe con tu mente y todos tus sentidos lo que te acontece; no trates de analizarlo. En esta época en la cual domina el pensamiento racional, tendemos a encontrar un por qué para cada una de nuestras acciones. Esto aplica igual para los problemas que para las experiencias sensoriales: no le busques nombres a los colores del atardecer. Sólo disfrútalos en toda su belleza y plenitud.

- No te dejes vencer por los problemas. Como todo en esta vida, los obstáculos sólo son transitorios. Saber esto te dará la claridad mental y la lucidez que necesitas para resolver las dificultades. Es, también, un excelente mecanismo antiestrés.

-Disuelve las emociones negativas. Esto significa relajar tu cuerpo, respirar profundamente y dejar que los pensamientos acudan libres a tu mente. Si tienes emociones negativas, imagina que puedes depositarlas en una esfera dorada que sale de tu cuerpo y estalla en el aire: ésta es una buena forma de poner los obstáculos lejos de ti, disolverlos y atraer la paz interior. El nombre chino para esta acción es "meditar". Tómate unos instantes, dos veces al día, para hacer una pequeña meditación. La primera, en las primeras horas de la mañana: abrirá tu mente para afrontar con paz y alegría la jornada que comienza. La segunda, por la noche, poco antes de acostarte: cerrará el círculo de ese día y te preparará para vivir con entrega el siguiente.

-Vive intensamente. Disfruta con plenitud cada momento: una buena charla entre amigas, un rato de intimidad con tu pareja, ese delicioso pastel de chocolate, la hora que pasaste inmersa en la actividad que más te gusta. Todos esos ratos son fugaces y ya no volverán. Aprécialos y valóralos, porque son únicos e insustituibles. El Zen te enseña que la felicidad no son los grandes eventos, sino las pequeñas vivencias que componen toda una existencia.

- Busca la tranquilidad. ¿Sientes que todo está en tu contra? Para encontrar el equilibrio, un ejercicio práctico es juntar los índices y pulgares de cada mano para cerrar tu propio círculo de energía, respirar profundo y repetir en voz alta: "Zen, Zen...". Se trata de un mantra que te bañará de serenidad y pondrá en equilibrio tu mente, tu alma y tu espíritu.

viernes, 9 de enero de 2009

EL PENSAMIENTO "ZEN"

UNA APROXIMACIÓN AL PENSAMIENTO ZEN

Le urge al hombre encontrar un camino que le enseñe a liberarse del seductor engaño de confiarse a los sueños, a la ambición, a los estímulos de una publicidad o de una propaganda exteriores grandilocuentes como orientaciones de su actividad.
El zen, forma de interpretar la realidad de origen budista, recoge una sencillez de principios de dificil transmisión a través de las palabras, que trata de rescatar al hombre del sufrimiento de la existencia.

La doctrina zen remarca con especial interés como fundamentos de su enseñanzas:
- La recuperación de la simplicidad y de la sencillez.
- La posibilidad de hallarlo todo, paradójicamente, al perderlo todo.
- Un especial entusiasmo en la riqueza del vacío.
- La inexistencia de un principio y un fin. Tan sólo existe el vacío.


El zen trata de ser una reconciliación de la persona con el ser sensible, con el cosmos, gracias a la cual el hombre se centra en la realidad que le envuelve captada ahora en su íntima verdad dando de lado a la engañosa verdad que manejamos en el mundo conceptual y lógico. El pensamiento discursivo-lógico-racional-conceptual es descalificado por la postura zen.

La realidad fundamental de uno mismo, en sí cercana y natural se nos resiste, nos cuesta mucho captar por un simple error de perspectiva mental.

El zen persigue el derrumbamiento de toda nuestra falsa construcción mental alcanzando así nuestra mismidad. La emancipación de la conciencia, el encuentro con uno mismo integrado completamente en el universo, como mejores líneas de contacto con la realidad.

¿QUÉ ES EL ZEN?

El taoismo chino, modo de liberación primitivo, apadrinó el nacimiento del zen, al unirse al budismo mahayana hindú. La fusión de ambas filosofías dieron nacimiento al "zen".

El zen es un método budista para conseguir una comprensión directa de la realidad (de la vida). Fue difundido durante el Siglo VI desde la India a China donde se le consideró como "lo que apunta directamente al corazón del hombre".

El zen se basa en una sencillez de principios incomunicables con la palabra, más bien con una simple sonrisa. Es un modo de vida basado en el budismo y en su vía del medio que consiste en evitar los extremos. Los extremos son el abandono a los placeres y el disfruto por un lado, y por el otro la agonía de las mortificaciones y austeridades.

La doctrina zen persigue en síntesis:

* Experimentar las realidades cotidianas de forma objetiva, tales como son, y no como nos gustaría que fueran.
* La recuperación de la simplicidad y sencillez
* Hallarlo todo al perderlo todo. "La posesión crea conmoción provocada por la ansiedad que hace nacer en el hombre". "La frustración de un deseo reprimido crea ansiedad".
* Detener el intelecto y la imaginación para poder experimentar las realidades concretas como son realmente.
* Liberarse del yugo de los "conceptos". Destruir las rígidas formas del pensamiento con el que intentamos poseer la vida.
* Encontrar el entusiasmo en la riqueza del vacío.
* Despertar el sentido innato de la existencia.

EL VACÍO

Para el zen vaciarse significa darse cuenta de que realmente no se tiene nada y que nunca se ha tenido nada. Nada que ganar y nada que perder, nada que dar y nada que recibir; ser exactamente así de pobre y sin embargo ser rico en posibilidades inagotables.

El vacío zen es un vacío dinámico y vivo, inaprehensible y atemporal, cuya verdadera naturaleza permanece desconocida. La esencia de la vida se siente, no se piensa (no se racionaliza o conceptualiza), y cuando se capta se comprende su naturaleza de vacío.

Ese estado de "desprendimiento" y "ausencia" de deseos es a la vez espiritual y psicológico.

Un poema zen dice así: "El camino perfecto carece de dificultades excepto la de negarse a admitir preferencias, sólo cuando se ha liberado del odio y del amor se revela plenamente y sin disfraces; una diferencia de un décimo de pulgada es lo que separa al cielo de la tierra. Si quieres verlo con tus propios ojos, no debes tener pensamientos fijos, ni a favor ni en contra." "Todo es adecuado y a la vez nada es adecuado"

El zen descubre su esencia en la vida trivial y sin acontecimientos extraordinarios, del hombre corriente. Rechaza todas las escrituras (textos) y opiniones de otros en beneficio o preferencia de la experiencia personal. También rechaza las actitudes excesivamente reverente ante los temas sagrados.

Habla el maestro zen Dogen:

"Aprender el camino de Buda, es aprender acerca de uno mismo. Aprender acerca de uno mismo es olvidarse de uno mismo. Olvidarse de uno mismo es estar iluminado por todas las cosas del mundo. Estar iluminado por todas las cosas del mundo es prescindir del cuerpo y de la mente propias."

Habla el maestro zen Ummon:

"Cuando camines, limítate a caminar. Cuando te sientes, limítate a sentarte.
Y sobre todo, no titubees."

LOS PROCESOS MENTALES Y SUS FALSAS REPRODUCCIONES

Al vivir en la espontaneidad, en la naturalidad, de nada sirven los dogmas y las teorías. Objetivar, cosificar, conceptualizar la realidad es la pretensión obsesiva que persigue el conocimiento convencional del hombre de occidente.
Todo lo que se presenta frente a él, ya sea divino o humano ha de ser clasificado y encapsulado dentro de una definición rígida e inamovible. De esta forma nos formamos ideas, creencias, deseos y aversiones todas ellas ficticias, ajenas al mundo verdadero de la realidad presente y siempre cambiante.

NUESTRA PROPIA NATURALEZA (LA INCLINACIÓN NATURAL)

Nos pasamos la mayor parte de nuestras vidas respondiendo al mundo tal como creemos que se espera de nosotros, lo cual ha dado lugar a la creencia de que poseemos un conjunto de características que, sumadas, constituyen una "personalidad". Pero la verdadera "persona" está debajo de esa máscara pesada y artificial.

EL OBJETIVO DEL ZEN
El zen trata de alcanzar el perfeccionamiento o la iluminación del ser humano de forma espontánea, instantánea, instintiva y natural. De forma fulminante se conquista la comprensión de la realidad y la armonía o integración del ser en la totalidad integradora del universo. Luego el camino zen, llega incluso a confundirse con la meta. El zen trata de conseguir vivir en la verdadera realidad, y para ello crea a su alrededor un clima o atmósfera para alcanzar la iluminación. Para ello se sirve de tres elementos:

- La meditación sentada o zazen, las enseñanzas de los maestros o sutras y los koan.

El zen persigue la aniquilación del orgullo, la vanidad, la obsesión, la susceptibilidad y la excesiva animosidad. El zen detesta el egoísmo que se manifiesta en efectos calculado (con resultados artificiosos y efectistas) o cualquier otro tipo de autoglorificación.

EL SATORI ZEN (LA ILUMINACIÓN INMEDIATA)

Para vivir la verdadera realidad de forma armoniosa con el universo es necesario alcanzar el "satori zen" o "iluminación inmediata". Trás una acumulación de conceptos y argumentaciones se llega al límite de carga admisible y el edificio se derrumba en sí y entonces se abre un nuevo cielo a lo lejos.
Se trata de una especie de catástrofe espiritual que se presenta súbitamente. Estamos, entonces en el verdadero punto de arranque hacia la iluminación.
Para ello hemos de:

* Deshacernos de todas las imágenes ilusorias continuamente repetidas sobre las que ha cristalizado durante tanto tiempo nuestra voluntad y que nos han proporcionado tantas angustias y preocupaciones.
* Olvidarnos de nuestro "yo", siempre tomado tan a pecho y siempre origen de sufrimiento.
* Desterrar todas las obsesiones que continuamente nos crispan, paralizan y absorben nuestra energía
"En el misterio de la paz interior no se puede entrar racionalmente, con la lógica. Sólo es posible a través de la ininteligibilidad".

Una vez alcanzado el satori, las excitaciones exteriores ya no provocan deseos contradictorios de manera que el hombre, a partir de entonces, ya no sufre con las miserias de la vida.

La ascensión al satori lleva consigo la disipación de todas las dudas e indecisiones. Ya no hay nada de lo que evadirse. Las complicaciones pasadas y presentes, siempre para nuestro intelecto, gravosas e innumerables, ya no valen la pena.

Hasta entonces, nuestros esquemas mentales sometidos al reino de la tiniebla impenetrable nos han impedido el disfrute de la vida. El nuevo descubrimiento zen a través de la iluminación hace que el espíritu se sienta libre y en libertad; es sinónimo de espontaneidad, lo opuesto a la afectación.

La afectación, el engolamiento, los aires místicos son síntomas del fracaso en la búsqueda de la verdad.

El zen huye del artificio y de la intencionalidad. Lo "perfectamente natural", "lo no afectado" son muestras de la liberación. El espíritu ahora universalista, integrado en el cosmos, ya no se siente comprometido por y con nada y sin apegarse a nada se coloca libremente en una omnipresencia perfecta que equivale a una especie de perfecta inmovilidad.

"Aplacad todas vuestras ansias, sed como ceniza fría y plantas marchitas; mantened la boca estrechamente cerrada, hasta que crezca en ella el musgo, sed inmaculados como puro lienzo blanco. Sed fríos e inanimados como un incensiario en un santuario abandonado. Símbolo del estado de la nada absoluta."

El "satori" es, pues el estado donde cada uno encuentra el lugar que le corresponde en el flujo de la vida, identificándose con todo lo existente y amado. Alcanzar el "satori" equivale a descubrir el significado de la propia existencia. Experimentar el estado natural de la mente, del que emanan todas las buenas acciones y la armonía. Llegar a ser verdaderamente "humano", relacionándose con los demás con una conciencia y comprensión intuitiva totalmente desinteresadas.

El "satori" es un estado interno, lleno de claridad y paz en el que logra en cada persona identificarse con todo lo que a uno le rodea y contemplar a la gente sin juzgarla. Para el hombre "iluminado" el "yo" pasa a no existir, alcanzando un estado de "pobreza" y "vacuidad" equiparable a una experiencia mística (el satori).

EL SATORI, REMEDIO A UNA PATOLOGÍA GENERALEMENTE ACEPTADA

La conducta patológica (de nuestro esquema mental) resulta ser la situación común a la mayoría de las personas y por tanto tiende a ser equivocadamente calificada como conducta "normal". El "satori" trata de recuperar el ritmo o el pulso genuino, es decir el estado propio y normal de cada individuo.
Para ello es necesario:

* Abandonarse a si mismo.
* Vaciar nuestra mente de las imágenes aprehendidas y acumuladas.
* Olvidarse, no atender a doctrinas, dogmas, a dioses y símbolos, como por ejemplo ocurre en la religión cristiana.

Lo valioso del zen es su propuesta de conseguir la reconquista de la "vida diaria", mediante la captación y entrega al ritmo que pide cada cosa, cada acción en cada momento.

El zen persigue recuperar el ritmo natural en los actos cotidianos a través de la captación del ritmo "genuino". Este pulso "original" y "espontáneo" supone la desaparición de los efectos de los malos hábitos, ampliamente extendidos en nuestra sociedad.

LA PRÁCTICA ZEN: LA SUBLIMACIÓN DE LA VIDA DIARIA

"Lo que cuenta no es lo que hacemos sino como lo hacemos".

"No hay una acción que sea noble de por sí: lo será o no, según la manera en que el sujeto la realice".

La práctica es el método principal y más adecuado de penetración en la esencia de las cosas. El zen demuestra con el "satori" que la acción es necesaria y además vivifica.

Pero para ello es necesario liberarse de todos los temores de una conciencia proyectiva que trata de anticipar el futuro mediante el miedo y el deseo. La grandeza del hombre está en su vida cotidiana, en el ahora, el eterno ahora, el presente más inmediato. Una vez alcanzado el "satori" (la iluminación), la vida ordinaria está habitada por el espíritu. La mirada perspectiva de los ojos a las cosas pequeñas cotidianas se vuelve distinta.

"Traer agua para beber y cortar leña para el fuego, son las cosas (las cosas sencillas) en las que reside el maravilloso Tao (el camino del conocimiento)".

"Los demás, cuando comen, no comen sino que andan dando vueltas a los más diversos asuntos, dejándose molestar por ellos; si duermen, en realidad no es dormir lo que hacen, sino soñar un sinfín de cosas.... "

La meta del zen es concentrarse con intensidad en la realidad presente. "Viajar es estar vivo, pero llegar a alguna parte es estar muerto".

LA ACTITUD PERFECCIONISTA

El auto-perfeccionamiento supone una reafirmación del yo. Con la actitud perfeccionista se pretende dotar al "yo" de una serie de añadidos, reforzamientos para así acomodar o ajustar el "yo" de acuerdo con un canon de belleza o prestigio exterior a él.

La actitud perfeccionista tiene como resultado:

- Las tensiones
- Las desilusiones
- Las mentiras porque tan sólo persigue utopías:
- Bienes y cuerpos sin sombras
- Mañanas prefabricadas por la mente
- Individuos tan bellos y tan perfectos que tan sólo podemos encontrar en las estrellas de las películas.

La vida zen es renunciar al utópico y obsesivo perfeccionamiento, es no preocuparse sino por lo que se tiene entre manos, sin más ilusión que la de deleitarse en el perfume de una flor o el de una mujer que pasa junto a nosotros, en la contemplación de una obra de arte o en el gustar el crujido expansivo de una manzana partida entre los dientes.

"La paz sólo se puede conseguir armonizando los elementos de la propia naturaleza".

LA POSESIÓN Y EL DESEO

La posesión de las cosas empobrece al hombre, mientras que la renuncia le enriquece. La posesión crea conmoción, provocada por la ansiedad que hace nacer en el hombre. Por último, la frustración de un deseo reprimido crea ansiedad.

EL ZEN, GUÍA ESPIRITUAL DE LOS SAMURAIS

El feudalismo japonés basado en una dictadura militar se sustentaba en la figura del "shogun", el generalísimo y en su casta de guardias-guerreros conocidos con el nombre de "samurais".
La filosofía zen se convirtió en la guía espiritual de este grupo elegido de soldados.

Los samurais, se encontraban bajo el amparo y protección del "shogun". Disfrutaban de una serie de derechos. Por ejemplo , llevar dos sables y hacer justicia por si mismos ante las clases inferiores. Sus comportamientos eran regidos por un estricto código de honor, el "bushido" o "Tao del Guerrero", muy influenciado por el zen.

El zen de los samurais se fundamentaba en los siguientes principios:

* El aprecio de lo real, de lo inmediato, de lo cotidiano.
* La capacidad para favorecer la inspiración venida del interior.
* El arrojo libre de toda consideración reflexiva.
* La búsqueda de la energía vital en el zen. Zen como brevario energético.

El "bushido" de los samurais es la adaptación del zen al arte militar que aún perdura reflejado en las artes marciales, riquísima fuente de inspiración sobre toda la vida japonesa. Todas las artes marciales que constituyen el "budo" contienen un fin espiritual. El ejercicio correcto a través del entrenamiento corporal lleva con el sacrificio a la madurez espiritual.

EL ZEN Y EL ALMA JAPONESA

"No hubo y no hay un japonés que no esté influido por el zen en sus más profundos sentimientos".

El zen abarca todos los dominios de la vida popular japonesa:

- La arquitectura, la poesía, la pintura, la jardinería, los ejercicios físicos, el artesanado, el comercio, el arte del té, el arte de disponer las flores (ikebana), las escuelas y los monasterios.

EL SINTOÍSMO, EL ESPÍRITU "SINTO"

El sintoísmo es la raíz más primitiva de la cultura japonesa. Sintetiza la unión de alma o yo japonés con el universo, con el yo cósmico y con la naturaleza. Fuera de la naturaleza el hombre japonés no estaría completo. El espíritu "sinto" supone la asimilación de los ritmos sutiles y primordiales de la Naturaleza, de la vida universal y se asemeja al espíritu "zen".

Ambos persiguen la pérdida del sentimiento del "yo" como centro de atención del interés humano. La fijación en el propio yo es paralizadora y esclavizadora para el hombre. Multiplica las necesidades, las ilusiones, los deseos y las frustraciones. Todos ellos fuente de sufrimiento.
"Si fijas la atención en ti mismo, tu espíritu será una traba".

LA LÓGICA ZEN

El zen quiere tomar al asalto la fortaleza de la insensatez y demostrar que nosotros vivimos psicológica y biológicamente de forma desnaturalizada. El zen apuesta por la negación del raciocinio lógico. Lo que realmente cuenta es la intuición activada en un despertar individual y único de manera espontánea. Se trata de alcanzar la intuición propia a través de la búsqueda del ritmo cósmico dentro del individuo.

El zen es una vivencia y no un doctrinarismo por tanto exige una aproximación basada casi exclusivamente en la práctica. Posturas, ritmos del cuerpo y de la mente sirven de ayuda para alcanzar una actitud más integradora con el universo. La búsqueda de la serenidad y el enriquecimiento de la vida espiritual desde la no-intencionalidad (el wu-wei taoísta ) y desde la vida cotidiana es el objetivo que persigue el zen.

LA NO INTENCIONALIDAD, LA NO FINALIDAD (el wu-wei taoísta)

"Una vida dedicada, por paradójico que parezca, a la búsqueda de un fin está vacía de todo contenido; es una persecución incesante que "falla" siempre. Solo cuando no hay fin ni prisa quedan los sentidos humanos solamente disponibles para recibir el mundo".

Occidente está obsesionado con el concepto de esfuerzo, de tensión continuada por la conquista y anticipación del futuro, de competitividad y eficacia.

Para Oriente el concepto de esfuerzo se entiende como sentido del ritmo y goce de la realidad presente.

"El tiempo no es nada, es una entidad minusválida que tienen mucho más de mental que de real".

LOS MONJES ZEN Y LOS LAICOS

La vida del monje es muy dura. No obstante abren sus monasterios a los laicos profanos en todos los ámbitos de la vida: Actividades artísticas y manuales, meditación etc...

Algunos laicos acuden cada mañana a practicar un rato de "zazen" en el monasterio más próximo o bien privadamente en su domicilio.

Al laico no se le exigen especiales renuncias, no se le imponen prácticas morales tan sólo se le orienta ayudando mediante tres ámbitos:

* El "zazen" o meditación sentada.
* El "gedo" que comprende las artes tradicionales: ceremonia del té, arreglos florales, dibujos etc...
* El "budo" que comprende las prácticas de las artes marciales, el tiro al arco, el kendo o esgrima, el aikido y el yudo.

EL "DO"

En japonés el sufijo "do" significa "arte" o "camino", práctica aleccionadora sobre la manera de vivir, de la existencia. Aiki-do, Kon-do, Yu-do..., todos ellos ejercicios de entrega exclusivo a la tarea de la liberación.

Casi cada profesión, cada artesanado está considerado en Japón como un "do", es decir un Tao o camino, algo similar a lo que se designaba en Occidente con el nombre de "misterio".

Cada "do" era en un momento dado un método laico utilizado para el estudio de los principios adoptados del taoismo, del confucionismo y del budismo-zen.

Las artes, los "dos", recogen por tanto, la sabiduría de las tradiciones que se remontan a varios siglos.

En la vida diaria y cotidiana, en la vida profesional se presentan mil oportunidades de ejercitar la vivencia del ritmo auténtico que hace mención la filosofía zen:

- Al dar un sencillo paseo.
- Al soportar el vaivén del vagón del metro.
- Al conducir un coche.
- Al nadar en un lago.

Cualquier sencilla actividad cotidiana puede estar impregnada de espíritu zen. Comportándose de forma certera, sólo atendiendo al dictado último y espontáneo, libre de toda intencionalidad, con un interés atento, una finura de sensibilidad auténtica y una ascética vivificadora.

La manera equivocada de comportarse atendería a las siguientes prácticas:

- Abandono al automatismo distraido.
- Uso del malhumorado desdén.
- La atención a normas exteriores como, por ejemplo, el que dirán o el dictamen publicitario.
- Los malos y deshonestos hábitos.

La manera acertada de comportamiento se resumiría en:

* Configuración de la persona de acuerdo a su naturaleza.
* Desnudarse o desprenderse del engaño de la construcción mental o concepción dualista en que nos encontramos inmersos: El bien-el mal, el premio-el castigo, el yo-el mundo exterior, lo bello-lo feo, la suerte-la desgracia...

ZAZEN

El zazen o meditación sentada trata de hacer transcurrir el tiempo de manera que no quede presidido por ninguna intención, ni siquiera la de desembarazarse de la intención. Tratar de alcanzar una toma de contacto entre el yo y el mundo exterior (ruidos, objetos y otras manifestaciones), entre el espíritu y su contenido.

La contemplación sentada ayudada por una serie de posturas observadas - "Asanas" son las posturas de meditación observadas por la filosofía zen - persigue la imperturbabilidad de la esencia de la mente, lograr la pureza de la mente.

Concentración sin pensamientos (vaciada de toda intención, intentando no pensar en nada).

Al contrario que en la meditación "yoga" (dhyana yoga) donde se intenta concentrarse fija e intensamente en un objeto o en algo concreto, el zen trata de expulsar cualquier pensamiento de la mente. El objetivo perseguido es detener los procesos mentales que entretienen al hombre dándole la falsa idea de la realidad.

La meditación zen es más bien una desconcentración, una meditación sin objeto ni fin que excluye el proceso discursivo de la razón y la intervención de la imaginación. La meditación zazen se contempla como un recurso de liberación de la mente que trata de evitar la conciencia objetivante que cosifica la realidad.

El zazen trata de conseguir el ritmo energético-vibratorio adecuado para alcanzar un profundo recogimiento, con la atención desconectada de toda realidad, sin percibir el transcurso del tiempo ni del dolor.

La meditación es una forma de estar en el mundo, no una posición física (postura de Buda). La meditación es un tanteo en la búsqueda del ritmo del cosmos. No se busca nada concreto, ni nada distinto de lo que ya se tiene. Tan sólo se intenta alcanzar una zona de encuentro donde corregir las deformaciones de nuestra visión dualista (bueno-mal, aceptación-culpa-pecado, acertado-equivocado....)

El zazen trata de desembarazarse de todo tipo de pensamientos, imágenes y propósitos. Eliminar las distracciones (ruidos, olores, frío, calor etc....), todos los estímulos sensitivos, las preocupaciones, deseos y temores que ascienden del subconsciente con el fin de encontrar el vacío. Desterrar las sensaciones somáticas desagradables, pensamientos encadenados unos con otros que nos embargan confundiéndonos y haciendo nacer el sufrimiento.

Todos los pensamientos no son más que un ir y venir vacío, sin substancia concreta, condenados a desaparecer en cada instante. El zazen intenta cortar las distraciones (el placer, el dolor), tomando serenamente conciencia de ellas y reduciéndolas a sus verdaderas proporciones, considerándolas como tan sólo una pequeña parte de un Todo.

La meditación sentada o zazen se basa en la espontaneidad y en la no-intención cuyo fin es conseguir un estado desprovisto de toda intención y alcanzar un vaciamiento absoluto para así conquistar la imperturbabilidad y la pureza de la mente.

Este sistema de meditación zen se enfoca como un descanso, muy útil para encontrar el ritmo vital o para recuperarlo. Este ritmo vital hace referencia al ritmo energético o vibratorio adecuado para alcanzar el profundo recogimiento, con la atención desconectada de toda realidad y sin percibir el transcurso del tiempo y del dolor. Corregir en úlltima instancia las deformaciones de nuestra visión dualista de la realidad.

EL ETERNO AHORA Y LA ESPONTANEIDAD

Para una conciencia clara no hay ni pasado ni futuro sino tan solo el presente. El ahora, el "eterno ahora". Hacer de la "naturalidad original perdida" un hábito saludable y cotidiano es el objetivo que persigue el zen cada minuto. Sosegar la continua agitación de los procesos mentales de nuestro temperamento, a través del control y de la relajación.

LA RESPIRACIÓN EN ORIENTE: EL PRANA O EL KI

La respiración es un medio de contacto con la energía cósmica denominado en sánscrito "Prana" y en japonés "Ki" (aliento/vitalidad) que inunda el cosmos y mantiene la vida. El "Ki" es la energía dinamizadora que disfruta de niveles, muy superiores a la fuerza física.

El "Ki" es captado a través de los ejercicios de la respiración y sirve para construir todo el proceso de cambio espiritual en el camino del zen. La respiración en Oriente se diferencia sustancialmente de la de Occidente en que la primera es abdominal y la última torácica. La respiración oriental es refleja y pasiva, abandonándose y dejando que sea el aliento el que marque el ritmo de respiración. Dejarse respirar, ser respirado es el procedimiento utilizado.

EL OJO DEL PRAJNA
La sabiduría intuitiva zen o "prajna" permite penetrar en el carácter relativo de todo lo que parece ofrecer una solución o constituir una realidad segura. El ojo del prajna percibe y piensa que la posición humana no es sino persecución de fines que desencadenan otros fines, un deseo de objetos a los que la fuga del tiempo vuelve tan insustancial como el viento.

La vida del hombre es una trampa fatal en la que el propio hombre es el predador y la propia presa al mismo tiempo. La toma de conciencia de la calidad de esta trampa fatal acontece cuando se produce una maduración y se asiste a una rotación en lo más profundo de nuestra conciencia.
La trampa fatal consiste en la creación de artificios, ideales, ambiciones y actos auto-propiciatorios, siempre superfluos.

El zen propone vivir "espontáneamente" pero sin buscar intencionadamente esa "espontaneidad". El zen también propone que cada cosa sea libre para ser lo que es, sin disociarse del mundo y sin esforzarlo en ordenarlo.

SUTRAS

En el zen la enseñanza doctrinal carece de valor frente a la "iluminación" espontánea, pero no obstante sus textos (sutras) son muy apreciados y utilizados.

El discípulo-monje incrusta en su espíritu a fuerza de repeticiones innumerables la esencia de las enseñanzas de los sutras, de manera que llega incluso a constituirse en un reflejo condicionado de su proceder.

La vida mental del monje se reparte entre la "meditación" y la "recitación" infinitamente repetida de los sutras. El sutra es recitado a modo de salmodia.

La recitación repetida insistentemente se realiza de forma lenta en un principio y después cada vez más aprisa al son del batidor o molinete de oraciones.

El texto-sutra se imprime en el cerebro del discípulo con el mismo rigor que la música tibetana de los lamas, dando ritmo a su mente; injertando en ella el concepto de "vacuidad" para de esta forma captar la realidad de forma intuitiva.

Se persigue, una vez más, la anulación del proceso de raciocinio para obtener la "iluminación".

La mente explora el sutra, rumia su enunciado y busca todas sus consecuencias. Del contenido del sutra, de todas estas ideas nuevas, tan sólo queda un poso, desapareciendo ante la presencia arrolladora de la realidad.

En el zen la experiencia personal vivida se opone vigorosamente a la autoridad y explicación objetiva de los escritos sagrados, doctrinas e interpretaciones de sabios y eruditos. Siendo infinitamente más importante la experiencia de cada individuo.

El sutra es tan solo un apoyo, una ayuda para crear el ambiente o el clima para preparar la eclosión necesaria para alcanzar el satori o iluminación.

EL NUDO GORDIANO ZEN: LOS KOANS

El koan es un conjunto de anécdotas y reflexiones ininteligibles y contradictorias propuestas por el maestro al discípulo, donde se exponen y plantean problemas que no tienen solución por la vía lógica; acertijos insolubles que encierran una contradicción per se.

A través de la negación y la paradoja se pretende disgregar la conciencia racional, estimulando, al igual que el sutra, el preludio de la "iluminación".

Los koans son en definitiva un compendio de dichos de famosos maestros zen pronunciados en determinadas situaciones. Koan significa textualmente "documento" o "disposición legal".

En la actualidad se entiende por koan, la anécdota de un viejo maestro o el diálogo entre un maestro y un monje o también una apreciación o pregunta planteada por un maestro, una especie de prueba o examen.

"El té es el sabor del zen, el sándalo es el perfume del zen, el koan es su escolástica"

El discípulo da vueltas a la anécdota absurda (koan) no sólo durante el zazen o periodo de meditación sino en todos los momentos disponibles del día. El discípulo, entonces, se siente completamente estúpido, como si se hallase encerrado en un gran bloque de hielo, incapaz de moverse y de pensar. La mente siempre rumiando, hasta que la mente escapa al mundo de la lógica.

Un koan que pudiera explicarse dejaría de serlo porque perdería su fuerza, la ininteligibilidad que actúa como nueva dimensión a través de la cual se abre un portillo hacia la "iluminación". El koan aporta un brutal shock de ilógica y una aspiración espontánea hacia la iluminación inmediata. El koan prepara a la mente para abandonar el reino de las ideas-cosas a fuerza de desengaños y desilusiones e iniciar así un nuevo camino hacia la realidad más real y sencilla, hacia las cosas tal como realmente son (las cosas-cosas).

MANTRAS

En los centros budistas diseminados por todo el mundo se practican ciertos cánticos llamados de alta energía acompañados de tambores, panderetas, cacerolas, moktaks (gongs), campanas y otros instrumentos se tratan de los mantras o especie de cancioncillas repetidas sucesivamente.

El mantra simplemente protege la mente, facilitándole una palabra con completa connotaciones como una alternativa a las dolorosas asociaciones que se adueñan de la mente de las personas. Trata de expulsar de nuestra mente las corrientes mecánicas de asociaciones y relaciones que nos alejan de la visión global, totalizadora de la realidad.

EL JARDIN ZEN

El jardín zen persigue dar vida en el espectador, el significado de las esencias ocultas bajo las meras apariencias. Para ello se utiliza el espacio de un modo puro y simbólico. Por ejemplo a través de la confección de un paisaje seco con diseño de surcos y crestas perfectamente proporcionados; trazados en la arena con un rastrillo de bambú.

Los elementos más empleados son la arena blanca, las rocas y el musgo. La piedra en el jardín zen rodeada de arena blanca, provoca ondas. La piedra simboliza la figura de un pensamiento que provoca ondulaciones (interferencias) distorsionando la realidad. El agua en reposo es el símbolo de la mente en reposo y refleja la realidad en toda su pureza.

El más famoso jardín zen se encuentra en Kyoto (Japón) y es el jardín de Ryonji. Se trata de un "Kara senzui" o paisaje seco, formado por arena blanca rastrillada y rocas estratégicamente colocadas. Tan sólo 15 piedras sueltas en una extensión de arena trillada son los elementos que forman Ryonji.

El arte zen se caracteriza por evocar, de forma sencilla la enseñanza del Mahayana (escuela budista que hace hincapié en el vacío y en la compasión como vehículos hacia la iluminación):

" La forma es vacío y el vacío es forma"

EL LOTO

El loto es el símbolo budista de la iluminación pues sus raíces se hunden en el fango (de las pasiones humanas) mientras las hojas y flores se abren al Sol (símbolo de la pureza).

EL HAIKU

El haiku es la forma de poesía especialmente zen. Es la poesía más pura y sin artificios. En términos budistas esta breve composición de 17 sílabas, expresa la esencia de cada cosas. El "haiku" por tanto es la expresión de una iluminación temporal que nos permite penetrar en la vida de las cosas.

EL TEATRO JAPONES "NÓ"

El teatro japonés "Nó" ha tenido sus raíces en el zen. El silencio tiene una gran importancia y la historia más que contarse, se sugiere. El actor protagonista enmascarado y todos los demás actores hacen gala de tal economía expresiva que se ha llegado a describir el "Nó" como una "danza congelada". Esta actuación muda o interna hace que todo movimiento, por trivial que sea, adquiera un especial significado, hasta el punto de que variaciones minúsculas han dado lugar a diferentes escuelas de interpretación. Este silencio y estatismo en las representaciones "Nó" se rompen bruscamente mediante el grito ocasional de Hruuhh!. Y puede provocar que los espectadores den un salto en su butaca.

EL IKEBANA O ARTE DEL ARREGLO FLORAL

Para el espíritu zen existe una relación estrecha entre el cielo, el hombre y la tierra. Todos ellos son considerados como estados de la mente. El tallo alto de una planta representa el cielo, el tallo mediano representa al hombre y el tallo corto simboliza la tierra. El ikebana atiende a esto símbolos entre otros para confeccionar sus cuerpos y composiciones florales.

CEREMONIAS ZEN

Las ceremonias zen son numerosas y se practican de forma usual en la vida diaria japonesa. Como ejemplo podemos citar:

* La reverencia: Implica sencillez, eliminación de todo lo innecesario, de manera que nada se interponga en el proceso de captación intuitiva de la realidad.
* Ceremonia de la preparación y servicio del té: Siempre suele ir acompañada del aroma de la quema de incienso.

ARTES MARCIALES ZEN

Todas las artes marciales son luchas a vida o muerte con el propio ego. Se pueden utilizar para la autodefensa pero su verdadero objetivo es el conocimiento de uno mismo, que conduce a la realización.

La Vocación y la Felicidad


Osho nos habla de la relación entre la vocación y la felicidad. Afirma que el ser humano puede ser muy feliz, porque la felicidad es un don como la misma vida, sin embargo observa que la mayoría de las personas que existen en el mundo son infelices y viven hablando de su infelicidad y de sus problemas.


El hombre, a diferencia de los animales tiene conciencia, es libre, por lo tanto puede elegir ser feliz o infeliz y hasta ahora pareciera que la humanidad ha elegido ser infeliz.


Piensa que la causa de la infelicidad generalizada es que nadie actúa libremente, nadie busca su camino mediante su propia conciencia.


Todos están haciendo lo que nunca quisieron hacer. En lugar de ser cantantes como tal vez les hubiera gustado ser, son bancarios o comerciantes, a los que les hubiera encantado ser artistas son comerciantes o dentistas y los que les hubiera gustado ser médicos tienen un negocio o son economistas.


La felicidad es sentirse en armonía en el mundo haciendo aquello que nos da alegría.


La razón, según Osho es que hemos sido encaminados hacia motivaciones antinaturales, como el dinero, el prestigio o el poder, pero la verdad es que todos tenemos el derecho de elegir las cosas que nos hacen felices.


Ni bien vislumbramos dinero, uno se aliena en él y deja de ser uno mismo para ser otro. Lo mismo pasa con el poder y el prestigio, porque cuando están en juego nos olvidamos de los propios valores. Se elige algo externo y se renuncia a lo interno.


Cuando perdemos de vista nuestras propias motivaciones caemos en la infelicidad, porque esa es su verdadera causa.


Cuando sabemos exactamente lo que queremos sólo tenemos ojos para verlo y podemos concentrarnos con suma facilidad en ello. Pero cuando hacemos lo que quieren los demás, nos sentimos en el medio de un conflicto, divididos, fragmentados, y recién nos volvemos individuos cuando encontramos nuestro propio camino.


Nadie puede llegar a ser otro más que él mismo y si lo hiciera, nunca podría ser feliz.La manera de lograr ser uno mismo, no es pelearse con todos, sino simplemente siendo consciente de quien uno es.


Si se elige la comodidad y el bienestar solamente, es como estar muerto en vida. La vida sólo merece ser vivida si hay desafíos porque es la única forma de aprender a mantener el equilibrio.
Ser la persona que uno es, es el mayor desafío, porque nadie quiere que lo seamos. Todos quieren borregos que obedezcan y ser uno mismo es el camino más difícil.


El esfuerzo lo hace quien está en el camino incorrecto porque todo lo que nos gusta no nos tiene que dar ningún trabajo, debería ser placentero, y proporcionarnos alegría.


La felicidad no es necesario buscarla, se manifiesta espontáneamente cuando estamos haciendo lo nuestro, y tiene el poder de transformar nuestra visión del mundo, que solo cambia cuando nosotros cambiamos.


Nada externo nos hace felices si por dentro estamos amargados. La felicidad es un don y está en nosotros, sólo hay que descubrirla expresando nuestra verdadera vocación en esta vida.

La Filosofía Zen


En el libro “El hombre que amaba las gaviotas y otros relatos”, Osho, nos dice que el camino de la verdad esencial no es un camino.

Los maestros Zen siempre han llamado al intento de llegar a lo verdadero, el camino sin camino, porque ocurre instantáneamente, se revela de inmediato y eso es la iluminación.

Agrega que no es posible desear la iluminación, simplemente se manifiesta porque ya está en nosotros. Muchos dejan de desear los bienes terrenales y comienzan a desear los bienes celestiales, pero estos deseos son aún más peligrosos, porque siguen siendo deseos iguales que los materiales y entonces también ellos los esclaviza.

El Zen cree en la iluminación repentina porque cree que sólo se requiere una determinada situación para despertarla y es como un relámpago, de pronto tomamos conciencia de la verdad, que ya estaba en nosotros, olvidada.

Los santos siguen el camino de la perfección dice, pero ese camino es inútil, porque Dios no es nada que se pueda alcanzar por medio del perfeccionamiento sino que es Alguien que ya está en nosotros. Tan sólo se requiere lograr algo de conciencia, de conciencia de sí.

La iluminación se alcanza en un instante porque ya estamos iluminados pero lo hemos olvidado y necesitamos recordarlo.

La función del maestro Zen consiste en recordárnoslo, no en señalarnos un camino sino en brindarnos un recuerdo, tampoco nos aporta carácter o virtud, sino sólo conciencia e inteligencia para ayudarnos a despertar.

La filosofía Zen no cree en el karma. El karma no existe, no se trata de deshacernos de los karmas, porque son sueños y una vez que nos despertamos de un sueño, bueno o malo, todo se termina.

Santos y pecadores son iguales. A un asesino se le puede facilitar más que a un santo despertar, porque no tiene nada que perder, pero el santo pierde su prestigio y el que está gozando de un bello sueño en esta vida, pierde el contenido de ese sueño.

Los pecadores despiertan con frecuencia antes que los santos, pues los pecadores sufren terribles pesadillas y los santos tienen sueños muy dulces.

El Zen, no es la tradición principal del budismo, la cual está en contra del Zen.

El Zen aporta una verdad totalmente nueva: la iluminación es instantánea

Existe una disciplina que sirve para despertar. Se llama “preparación”. La preparación no tiene nada que ver con el carácter pero sí con la conciencia.

Significa que hay que crear una circunstancia, un contexto que facilite el despertar.

Por ejemplo, meditar sobre una breve frase como: “No hagas caso”, la cual deberá recordarse en todas las situaciones posibles que le acontezcan a uno, pase lo que pase.

Es difícil, muy difícil porque todos nuestros apegos están en juego, la vida puede estar en peligro, la tranquilidad puede desaparecer, la seguridad se puede evaporar, nuestros seres queridos pueden desaparecer.

Pero siempre hay que relajarse y recordar: “No hagas caso” porque no hay nada seguro, nada estable como creemos, en este mundo de cambio.

Se necesitan lograr sólo dos cosas: una es tomar conciencia de que no poseemos nada, podemos usar todo pero no poseemos nada; y dos, relacionarse con las personas pero no involucrarse en ninguna relación, porque eso es esclavitud.

Relacionarse es amar a las personas; permitirles ser libres y mantenernos nosotros libres; no intentar dominarlos y no permitir que nos dominen. Involucrarse es ser posesivo, celoso, pretender dominarlos y ser a la vez sus esclavos.

Cuando vivimos relacionados pero no involucrados y además con la conciencia de que nada poseemos, los pensamientos desaparecen y lo esencial sube a la superficie. Lo esencial es el silencio. Esa experiencia es liberadora y sagrada.

Esta meditación tan simple, la de no hacer caso, genera el contexto necesario para el despertar, ya no somos los mismos de antes, volvemos a nacer iluminados y allí recién comienza la verdadera religión y el estado natural de meditación.

Porque la verdadera meditación sólo es posible cuando uno está iluminado. No se obtiene la iluminación con la meditación, es al revés, la iluminación nos permite estar siempre en estado meditativo, plenamente concientes de nosotros mismos.