El sufrimiento, además de concretarse en enfermedad y desequilibro, se ventila a través de dos modalidades emocionales de expresión que pueden combinarse entre sí.
El sufrimiento es una moneda con dos caras predilectas de manifestación: la ira y la tristeza.
- La ira, la rabia, la violencia, es la forma externa de expresión de mucho sufrimiento acumulado, justificado o no, conocido o desconocido.
En la violencia se concentra la manifestación extrema del dolor que no se pudo aceptar, que tampoco se pudo entender y que la persona nunca pudo liberar en el pasado. Aunque parezca imposible, la violencia es acumulativa.
- La tristeza es una violencia que se interiorizó, que se disfrazó, que nunca consiguió expresarse y que el individuo desvió hacía sí mismo.
La persona aprende a disimular la ira porque la ira no está aceptada socialmente y suele encontrar en la pena, la melancolía, la tristeza un modo aparentemente más adaptativo de desviar la violencia.
La depresión es muchas veces una purga emocional de la ira no reconocida o no aceptada.
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El sufrimiento nace por la vivencia del desamor, por la traumática experiencia de no haber sido amados en el pasado, sino rechazados afectivamente, rechazados socialmente, y por todos los efectos colaterales que todavía emergen en la vida presente porque no podemos vivir sin amor.
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La conciencia se cura a sí misma cuando comprende, cuando entiende y le puede dar un significado a sus vivencias. Por eso nadie cura a nadie, ni existen remedios milagrosos. La curación tampoco depende directamente de la farmacología.
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Todos tenemos experiencia de haber perdido la cabeza, los papeles, la capacidad de reacción adecuada, a causa de una turbulencia emocional. Sin embargo, las veces que conseguimos sostener la avalancha o superar esa circunstancia crítica, fue gracias a que fuimos capaces de mantener un espacio para separar los hechos, hicimos hueco para pensar y sentir a la vez.
Cada vez que le ganamos un pequeño espacio de dominio a la actuación instintiva y mantenemos la calma para responder con entereza, con verdad, vemos que renovamos la autoestima, e independientemente de los resultados, quedamos con la sensación de haber hecho lo que pudimos sin arrepintimiento, duda o culpa por nuestras acciones.
Cuando conseguimos fundir la razón y el sentimiento, las emociones ganan calidad y profundidad.
Vamos a ver a continuación una secuencia que ejemplifica una actuación en la vida cotidiana a partir de esta nueva conciencia de la razón y el corazón funcionando al unísono.
1. Ante esa situación particular, lo primero que sentimos es el torrente energético emocional creciendo por dentro. Vamos a intentar definir el tipo de emoción - rabia, bronca, miedo, euforia, pena, asco- y de qué manera activa el organismo: sudoración, palpitaciones, náuseas, bloqueos. De antemano sabemos que si cedemos ahora a la crecida energética, perderemos una vez más las posibilidades de dominio a la situación.
2. Ahora es el momento de sostener el envite a partir de la razón, rápidamente conviene evaluar qué se está jugando en esta situación concreta y ver si se trata de otra provocación más, la manipulación de siempre o se está activando nuestro punto débil, por ejemplo. Tenemos que actuar para no caer en la vieja trampa, sabiendo que cuando nos damos la oportunidad de reaccionar de modo distinto ante la amenaza de siempre, vamos a generar desconcierto en el oponente porque, al fin y al cabo, el otro espera que hagamos lo de costumbre; esto abre una mínima tregua en la crisis que puede traer un desenlace favorable e inesperado. Por eso, es conveniente conocer de antemano nuestra reacción ante esas situaciones reiteradas y tener elaborada otra alternativa que tenemos que poner en marcha ¡ahora!
La circularidad de la vida se las arregla para traernos de vuelta las mismas cosas y no es precisamente para fastidiarnos, sino para que las podamos resolver.
3. Cuando aprendemos a detectar el lenguaje de las señales emocionales y lo interpretamos correctamente, empezamos a sentir cómo la misma energía que antes conducía al desastre ahora da mucho poder; ¡por fin! se puede observar la misma situación sin miedo, sostener cualquier mirada sin bronca, sin debilidad, porque no hay nada que perder y todo que ganar y porque tampoco se trata de convencer a nadie, sino de encontrar la clave. Y la clave está en dar con el punto de máximo entendimiento. La clave es dar con el punto de encuentro.
4. No debemos perder de vista en ningún momento qué se está jugando en la interacción para actuar en consecuencia: negociar, ceder si fuera el caso, disculparse, o afirmar la autoridad. Necesitamos mucha agilidad mental y flexibilidad para mover la varita de los límites desde el máximo respeto hacia uno mismo y hacia el otro, dejando claro al implicado que le dejamos avanzar hasta este punto y ni un centímetro más, porque éste es el punto de encuentro más respetuoso hoy entre ambos.
5. Es fundamental mantener el tono y la intensidad energética correcta, modular la situación a ser posible con buen humor, señal de salud mental y de equilibro, y, siempre con educación, lejos de salidas de tono y faltas de respeto.
6. Durante este malabarismo energético no conviene perder, ni por un segundo, la conciencia de sí mismo, con la atención permanentemente alerta en todos los matices verbales y no verbales de la interacción, para no perder el hilo de este acto creativo.
Cuando somos capaces de sostener una situación así, podemos estar seguros de que los resultados serán buenos, habrá ganancia evolutiva, que no siempre es la ganancia como se entiende en los casos donde predomina el extremismo y la radicalidad. Es la ganancia que se expresa en los matices, en el trabajo bien hecho, modulado, sin excesos, que deja buen sabor en el alma.
Una situación difícil donde ha prevalecido el respeto, donde nada se ha desbordado, se han intentado aclarar las cosas buscando el punto de equilibro, nadie ha pasado por encima de nadie, han primado los límites razonables y posibles, es un acto de amor.
miércoles, 19 de agosto de 2009
sábado, 8 de agosto de 2009
Más alla de la dependencia y la dominación
ROMPER LA CONCHA DEL EGO
¿Qué es el miedo al amor? Se produce porque cuando realmente amas a alguien tu ego empieza a desaparecer, a desvanecerse. Con el ego no puedes amar; el ego se convierte en una barrera, y cuando quieres saltar la barrera entre tú y la otra persona, el ego dice: "Esto significa la muerte. ¡Cuidado!"
A medida que pasa el tiempo se acumula el polvo de nuestras experiencias, de nuestro conocimiento, o de la vida que hemos llevado, del pasado. Ese polvo se convierte en el ego.
El ego se crea a partir de la dependencia y la indefensión.
Hay conflictos, hay egos, hay lucha, hay peleas.
Por culpa de esta idea siempre estás en conflicto y luchando con una persona u otra. No es que los demás sean tus enemigos; todo el mundo es exactamente como tú, estáis todos en la misma barca.
El amor es necesario para hacer que no tengas miedo, para que sientas que eres aceptado, que no eres inútil, que no pueden tirarte a la basura. Si los niños se educan en un entorno en el que falta amor, no tendrán ego, eso es cierto. En sus vidas no habrá tantas luchas ni peleas, pero serán totalmente incapaces de defenderse a sí mismos. Siempre estarán huyendo, escapando de todo el mundo, ocultándose en las cuevas de su propio ser.
Hay que alcanzar la absoluta conciencia y, a pesar de ello, no tener preocupaciones, ansiedades, problemas; disfrutar de la vida como los pájaros, celebrar la vida como los pájaros, cántar como los pájaros; no a través de la regresión sino creciendo hasta el máximo grado de conciencia.
El niño acumula ego; es natural, no se puede hacer nada para evitarlo. Hay que aceptarlo.
El niño necesita el ego al principio para sentir que es aceptado, amado, recibido; que es un huésped deseado, no un accidente. El padre, la madre, la familia, y la calidez en torno al niño le ayudan a crecer fuerte, arraigado, asentado.
Si la protección continúa durante mucho tiempo, se convierte en una prisión.
La prosa está bien, la racionalidad está bien, es útil, hace falta, pero la vida que se desarrolla únicamente a través de la razón y la lógica nunca puede ser una celebración, nunca puede ser festiva. Y cuando la vida no es festiva, es aburrida.
Hacia los cuarenta años surge una nueva dimensión, la dimensión espiritual. Si no eres capaz de enfrentarte a ella de forma correcta, si no sabes qué hacer, te pondrás enfermo, te pondrás nervioso. El crecimiento humano es continuo. Pero si no das determinado paso, se vuelve discontinuo. El niño acumula ego, pero si nunca aprende a dejar el ego a un lado, no podrá amar, no podrá sentirse a gusto con nadie.
"Si todavía no te sientes cómodo con tu padre y tu madre, vete. No puedo ayudarte"
Los psicoanalistas también han llegado a la conclusión de que lo único que hacen es devolverte los problemas que existían entre tú y tus padres e intentar resolverlos en la medida de lo posible. Si puedes resolver el conflicto con tus padres, hay muchos otros conflictos que sencillamente desaparecerán, porque se basan en el mismo conflicto fundamental.
El ego nace en la relación con los padres y allí es donde hay que enfrentarse con él. Si estás en paz con tu padre y con tu madre, ya has madurado.
El simple intento de controlar o de hacer que algo ocurra es egoísta.
viernes, 7 de agosto de 2009
¿Qué es el amor?
Si las cosas siguieran su curso natural, todo el mundo sabría qué es el amor, pero, en realidad, nadie lo sabe, o sólo en muy contadas ocasiones.
El amor es el alimento del alma pero te han privado de él. Tu alma no ha recibido nada de amor, por tanto desconoces su sabor.
El cuerpo ha recibido alimento, por eso sigue viviendo, pero el alma no ha recibido alimento así que está muerta, o todavía no ha nacido, o está siempre en su lecho de muerte.
Nacemos completamente equipados de la capacidad de amar y de ser amados. Todo niño nace lleno de amor y sabe perfectamente qué es. No hace falta explicarle lo qué es. Sin embargo, el problema surge porque la madre y el padre desconocen qué es el amor.
Todos los niños nacen con tanto amor como se puede atesorar, con más amor del que nadie puede atesorar, rebosan amor.
Sin embargo, los padres no le pueden dar amor. Tienen sus propias carencias: sus padres nunca los amaron. Los padres sólo pueden fingir. Pueden hablar del amor. Quizás digan: <
Los padres no han conocido el amor. La esposa no ha amado al marido, el marido no ha amado a la esposa. Entre ellos no hay amor; al contrario, lo que hay es dominación, deseo de posesión, celos y todo tipo de venenos que destruyen el amor. Al igual que existe un tipo de veneno que puede arrebatarte la vista, el veneno del deseo de posesión y de los celos destruye el amor.
El amor es una flor frágil. Hay que protegerlo, hay que fortalecerlo, hay que regarlo; sólo entonces se vuelve fuerte. Y el amor del niño es muy frágil; es normal porque él es frágil, su cuerpo es frágil. ¿Crees que si se dejara solo a un niño sería capaz de sobrevivir? Piensa en lo indefenso que es un niño; si se le deja solo es prácticamente imposible que sobreviva. Morirá, y eso es lo que le está ocurriendo al amor. Se le deja solo, desatendido.
Los padres no pueden amar, no saben qué es el amor, nunca se han dejado llevar por el amor. Piensa en tus padres; aunque recuerda, no estoy diciendo que ellos sean responsables. Son víctimas, al igual que tú eres una víctima; sus propios padres también lo fueron.
En lo más profundo, el niño comienza a odiar a los padres porque no lo respetan; en lo más profundo, comienza a sentirse frustrado porque no lo aman tal como es. Se espera que haga determinadas cosas; solo entonces lo amarán. El amor impone condiciones; tal como es, no es digno de ser amado. Primero tiene que hacerse digno, solo entonces los padres le concederán su amor. Así que para ser <
En muchas ocasiones el niño piensa: <<¿Serán estos mis verdaderos padres? ¿Me habrán adoptado? A lo mejor me están engañando porque no parece que me quieran>>. En numerosas ocasiones ve la ira en sus ojos, la terrible ira en los rostros de sus padres, y por cosas tan nimias que no puede entender que puedan causar la ira. Ve el enfado que sienten sus padres por cosas muy pequeñas; no puede creerlo, ¡es realmente injusto e injustificado! Pero tiene que rendirse, tiene que inclinarse, tiene que aceptarlo como una necesidad. Poco a poco su capacidad de amar va quedando destruida.
El amor sólo crece con amor. El amor necesita un entorno de amor.
Si la madre ama, si el padre ama -no solo al niño, si ellos también se aman, si en el hogar hay una atmósfera en la que se respira el amor- el niño empezará a vivir con un ser amoroso, y nunca hará la pregunta: <<¿Qué es el amor?>>. Lo sabrá desde el principio, se convertirá en sus cimientos.
Si eres mujer, fíjate; puede que estés repitiendo casi de forma idéntica el modo en que se comportaba tu madre. Obsérvate cuando estás con tu novio o con tu marido. ¿Qué es lo que haces? ¿No estás repitiendo un patrón? Si eres un hombre, fíjate. ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿No te estás comportando justo como hacía tu padre? ¿No estás haciendo las mismas tonterías que él solía hacer? En cierta ocasión te sorprendiste -<<¿Cómo puede hacer esto mi padre?>>- y ahora tú estás haciendo lo mismo. La gente no hace más que repetir; son imitadores. El ser humano es un mono amaestrado. Está repitiendo lo qué hacía tu padre o tu madre, hay que detener eso. Solo entonces sabrás qué es el amor, de lo contrario seguirás estando corrompido.
- El primer paso es: libérate de tus padres. Y con ello no quiero decir que les faltes el respeto, no. Y tampoco quiero decir que debas liberarte de tus padres fisícamente; me refiero a que te liberes de las voces paternales que hay en tu interior, del programa que hay en tu interior, del disco grabado en tu interior. Elimina todo eso... y te sorprenderás al ver que si te liberas de tus padres en lo más profundo de tu ser, serás libre. Por primera vez sentirás compasión por tus padres, de lo contrario, no podrás; seguirás estando resentido.
Es verdad que te deseaban lo mejor, no hay duda; todo padre quiere que su hijo disfrute de todas las alegrías de la vida. Pero ¿qué pueden hacer? Ellos mismos no han tenido ninguna alegría. Son robots y, a sabiendas o sin saberlo, conscientes o inconscientemente, crearán una atmósfera en la que tarde o temprano sus hijos se convertirán en robots.
Si quieres convertirte en un ser humano y no en una máquina, libérate de tus padres. Pero tendrás que estar atento. Es una tarea difícil, ardua; no puedes hacerlo instantáneamente. Tendrás que tener mucho cuidado con tu comportamiento. Debes estar pendiente y observar en qué momento tu madre está ahí, actuando a través de ti; en ese momento tienes que detenerte, alejarte. Haz algo completamente algo nuevo que tu madre ni siquiera había imaginado.
No seas un imitador, sal de ahí. Haz algo nuevo. Tienes que llevar esta novedad a tu ser, entonces empezará a fluir el amor.
- La segunda es la siguiente: la gente cree que solo podrá amar cuando encuentre una pareja digna; ¡qué estupidez! Nunca la encontrarás. La gente cree que solo amará cuando encuentre al hombre perfecto o a la mujer perfecta. ¡Qué estupidez! Nunca lo encontrarás porque no existen ni la mujer ni el hombre perfecto. Y si existieran, no se preocuparían por tu amor. No les interesaría.
*En primer lugar tienes que entender el amor que nace como un fenómeno natural. Primero tienes que entender el natural, después el trascendental. Así que lo segundo que debes recordar es que nunca busques al hombre perfecto o a la mujer perfecta. Esta también es una idea que te han inculcadio; que a menos que encuentres al hombre o a la mujer perfecta, no serás feliz. De modo que continúas buscando la perfección, pero como no la encuentras, eres infeliz.
Para fluir y crecer en el amor no es necesaria la perfección. El amor no tiene nada que ver con la otra persona.
*Por tanto, la segunda cosa que debes tener en cuenta es no buscar la perfección; si lo haces, el amor no fluirá en ti. Al contrario, te vlverás poco afectuoso. Las personas que exigen la perfección son personas muy poco afectuosas; son neuróticas. Aunque encuentren a un amante, exigen la perfección, y esa exigencia destruye el amor.
Naturalmente, es muy difícil convertirse en alguien sobrenatural, por eso las personas se convierten en fraudes. Empiezan a fingir, a actuar y a engañar. En nombre del amor, la gente solo engaña.
No tienes derecho a exigir nada a nadie. Si alguien te ama, siéntete agradecido, pero no le exijas nada, porque la otra persona no tiene la obligación e amarte. Si alguien te ama, es un milagro. Siéntete emocionado por ese milagro.
Pero las otras personas no están emocionadas. Destruirán cualquier posibilidad de amor por pequeñeces. No están muy interesadas en el amor ni en la alegría que esto conlleva. Están más interesadas en otras cosas relativas a su ego.
Intéresate totalmente por tu alegría; intéresate únicamente por tu alegría. Todo lo demás es no-esencial. Cuando ames a una persona, no empieces a exigirle cosas, porque estarás cerrando las puertas desde el principio. No esperes nada. Si algo te llega en el camino, siéntete agradecido. Si no llega nada es porque no hace falta que llegue, no hay necesidad de que llegue. No debes esperarlo.
El amor necesita una atmósfera de gratitud, de agradecimiento. El amor necesita una atmósfera de no exigencia, de no-expectación.
- Y la tercera cosa es: en vez de pensar en cómo recibir amor, empieza a darle. Si das, recibirás. La gente está más interesada en cómo conseguir y recibir. Todo el mundo está interesado en recibir y parece que nadie disfruta dando. La gente da de muy mala gana; cuando dan, lo hacen para obtener algo a cambio, son como negociantes. Solo quieren asegurarse de que obtienen más de lo que dan; en tal caso es un buen rato, un buen negocio. Y la otra persona está haciendo lo mismo.
El amor no es un negocio, así que deja de ser negociante. Los negocios son la cosa más horrible que hay en el mundo, aunque sea un mal necesario; pero la existencia desconoce completamente los negocios.
Da sin esperar a ver cuánto recibes. Llega por sí solo, no hace falta exigirlo. Cuando lo exiges, no llega. Una vez que lo exiges, lo has matado.
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